jueves, 6 de diciembre de 2007

El respirar de la tierra

Tengo ganas de nuevo de caminar desnuda en medio de la hierba. No hace falta estar desnuda en cuanto a ropa, sino en cuanto a lo que uno lleva en su interior. Hace tiempo que no me siento tierra, y se hecha en falta.


Andar. Con los ojos cerrados y los sentidos extendidos en torno a ti.


Poder oler todo lo que me envuelve. Ese olor a madera. Ese olor a humedad y a hojas.

Poder escuchar todo lo que hay a mi alrededor. El sonido del viento entre los árboles. El sonido de algún pequeño animal.

Poder sentir en mi piel la piel de la tierra. Tocar, acariciar todo aquello que me envuelve.


Caminar segura, sintiendo todo que tienes a los pies. Sintiéndote parte del lugar en el que estás.



Creo que por eso me enamoré del sonido que escuché aquella vez. Creo que por eso sigo sintiendo algo cada vez que lo escucho. Creo que por eso, el sonido de la gaita sigue llenándome tanto. Porque en el fondo, lo siento como el respirar de la tierra y me acerca más a ella cuando no puedo acercarme yo.


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