Caminará despacio,
cansada. Apartando con las manos las agujas de las ramas de abeto.
Pisadas sobre la nieve dejarán sus pies en el pasado. Jirones de vaho
expulsará su respiración hacia el futuro. Y apartando la última rama,
llegará al claro.
Y caerá sobre sus rodillas.
Y lágrimas de sal desharán la nieve allí donde caigan.
Quien sabe si serán lágrimas de alegría o de tristeza.
Un paisaje en blanco...
Bajará atento, procurando no resbalar por la empinada pared. Pequeños rastros de sangre que ya no sentirá dejarán sus manos en el pasado. Pequeños guijarros que despertarán sus pies entre restos olvidados de nieve rodarán hacia el futuro. Y descendiendo el último trecho, llegará al claro.
Y caerá sobre sus rodillas.
Y lágrimas de sal regarán los pequeños brotes nacientes allí donde caigan.
Quién sabe si seran lágrimas de desilusión o de esperanza.
Un paisaje en verde...
Nadará sin tregua, aunque más lenta a ratos, recobrando la respiración y el control de su cuerpo. Creará pequeñas ondas, que irán creciendo en el pasado. A saltos, en un vuelo perfecto, surcarán las aguas las libélulas en su futuro. Y con el último esfuerzo, llegará al claro.
Y caerá sobre sus rodillas.
Y lágrimas de sal alimentarán el cauce del río.
Quién sabe si serán lágrimas de soledad o de amor.
Un paisaje en azul...
Subirá la ladera, sin que le importen ya las gotas de agua que le irán calando. Marcas en los charcos dejará en el pasado. Pequeñas hojas que revolotean como mariposas guiarán su futuro. Y tras la última colina, llegará al claro.
Y caerá sobre sus rodillas.
Y lágrimas de sal se posarán entre cabellos marrones que los árboles ya perdieron.
Quién sabe si seran lágrimas de añoranza o de ilusión.
Un paisaje en amarillo...
Y caerá sobre sus rodillas.
Y lágrimas de sal desharán la nieve allí donde caigan.
Quien sabe si serán lágrimas de alegría o de tristeza.
Un paisaje en blanco...
Bajará atento, procurando no resbalar por la empinada pared. Pequeños rastros de sangre que ya no sentirá dejarán sus manos en el pasado. Pequeños guijarros que despertarán sus pies entre restos olvidados de nieve rodarán hacia el futuro. Y descendiendo el último trecho, llegará al claro.
Y caerá sobre sus rodillas.
Y lágrimas de sal regarán los pequeños brotes nacientes allí donde caigan.
Quién sabe si seran lágrimas de desilusión o de esperanza.
Un paisaje en verde...
Nadará sin tregua, aunque más lenta a ratos, recobrando la respiración y el control de su cuerpo. Creará pequeñas ondas, que irán creciendo en el pasado. A saltos, en un vuelo perfecto, surcarán las aguas las libélulas en su futuro. Y con el último esfuerzo, llegará al claro.
Y caerá sobre sus rodillas.
Y lágrimas de sal alimentarán el cauce del río.
Quién sabe si serán lágrimas de soledad o de amor.
Un paisaje en azul...
Subirá la ladera, sin que le importen ya las gotas de agua que le irán calando. Marcas en los charcos dejará en el pasado. Pequeñas hojas que revolotean como mariposas guiarán su futuro. Y tras la última colina, llegará al claro.
Y caerá sobre sus rodillas.
Y lágrimas de sal se posarán entre cabellos marrones que los árboles ya perdieron.
Quién sabe si seran lágrimas de añoranza o de ilusión.
Un paisaje en amarillo...
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